La vida que me merezco
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Aquella noche, decidí salir de las 4 paredes en las que estaba por mucho tiempo, romper toda regla a la que me imponían todos los días, toda orden e incluso todo consejo que se recibía, fuera bueno o malo. Así que, aliste mi maleta, tome un foco, y salí, sin que nadie me escuchase, sin hacer ningún ruido, y sin dejar ningún recuerdo.
Camine por la calle, tan húmeda y con ese olor tan profundo a tierra mojada que de inmediato se quedo impregnado en mis fosas nasales, esa simplicidad de la noche me motivo mucho mas a seguir mi rumbo. Me puse los audífonos y continué en lo mio.
Cuando llegue a la montaña decidí no caminar mas y quedarme allí, pues estaba muy solitario y esos eran los sitios que me encantaban. La batería de mi foco estaba punto de agotarse, así que lo apague y encendí una pequeña fogata. Extendí una manta y me senté, tome el libro que lleve conmigo, "Los 4 acuerdos" De Miguel Ruiz y empece a meditar en sus palabras, "No hagas suposiciones" decía Miguel en sus lineas, que frase tan poderosa y era la frase justamente perfecta para mi en esa etapa de mi vida.
Pase haciendo suposiciones de todo en mi vida, no hice cosas que quería hacer solo por suponer que dirían los demás, "Quizá no debo hacer esto porque supongo que a mi mamá no le va a agradar" "Pienso que debo quedarme callada, tal vez a alguien no le agrade lo que pienso". NO, decidí no volver a suponer si a los demás les agradara o no lo que hago o lo que pienso, así que por nada me voy a arrepentir de esto que estoy haciendo.
Apague mi celular, no quería llamadas ni mensajes, no quería a las personas preguntándome si estoy bien o donde estoy.
Guarde mi libro y me acosté en la manta que puse sobre el sacate, cerré mis ojos y solo me dedique a contemplar el mágico sonido de la noche y del silencio.
Mientras contemplaba sonreí, pues se vinieron a mi mente recuerdos, buenos y malo, locos y otros cuerdos y agradecí a Dios por cada uno de ellos. En ese lugar solo mi respiración se escuchaba , abrí mis ojos y ante mi estaba lo mas precioso del momento, un cielo iluminado, tan azul y repleto de estrellas, era como si el cielo me estuviese sonriendo, comprendiendo y abrazando.
Así pasaron varias horas, sentía en mi corazón que yo merecía ese momento y que ese momento me merecía a mi, pues a que momento de soledad no le gusta alguien que disfrute de su silencio.
Otra vez cerré los ojos, y me prepare para despedir aquel mágico momento, entre suspiro y suspiro.
Abrí los ojos, y ante mi, el techo de mi cuarto. me levante de la cama y me mire al espejo con una sonrisa de melancolía en el rostro pero de gran satisfacción. sin entristecerme porque aquel momento se había terminado me dispuse a dormir y comprendí que aquel momento era, sin duda, la vida que me merezco.